Alcazaba y murallas.

El carácter fronterizo de la ciudad de Badajoz desde su fundación en 875 le ha conferido un marcado carácter militar. Al menos dos murallas distintas han defendido el perímetro completo de la ciudad, una medieval y otra de tipo moderno o abaluartado, construida a finales del siglo XVII, con un completo conjunto de baluartes, fosos, camino cubiertos, revellines y fuertes exteriores.

En constante oposición a la fortaleza portuguesa de Elvas, a la que vigilaban y desde la que eran vigiladas, las murallas de Badajoz han sido fruto de los proyectos de numerosos ingenieros militares. Sucesivas ampliaciones y reformas crearon en la ciudad una moderna fortificación que permaneció intacta hasta comienzos del siglo XX.

La fortificación de Badajoz se componía históricamente de ocho baluartes: San Pedro, Trinidad, Santa María, San Roque, San Juan, Santiago, San José y San Vicente; y dos semibaluartes: Palmas y San Antonio. Este último conectaba la fortificación abaluartada con la muralla medieval de la alcazaba musulmana. Hoy día solo ha desaparecido el baluarte de San Juan, manteniéndose el resto de sus elementos principales.

El cinturón que forman los restos conservados de la fortificación, considerada como una de las grandes señas de identidad histórica de la ciudad, se está aprovechando como un gran espacio público ciudadano, un parque urbano que rodea el casco histórico de la ciudad.

Historia de las fortificaciones de Badajoz

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